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MACHINA
los 8 días que conmovieron al mundo
Víctor Laignelet
EXTENSIÓN EXERGO WEB
Ritos formativos


11 de septiembre de 1988, Saint Denis, Francia




1. Un retorno difuso.

2. El áxis mundi irrumpe en la estación de metro.

3. La mujer atropellada, la locomotora y el bosque.

4. La escucha, el giro y el vuelo.

5. La vía terrestre.

6. Mal de ojo.

7. La fuerza que mueve a los adolescentes.

8. La limpieza matinal de la casa toma más de un día.

9. Un calor en el pecho.

10. La caída de la tarde y la partida definitiva.

11. La música al revés.

12. Adiós al tiempo.

13. El primer signo de todos los signos.

14. La toma eléctrica, la matera y la planta, una escalera poética.

15. Cuando todo es palabra el lenguaje calla.

16. El dedo meñique y las arcadas sensoriales.

17. Comida para animales, un enunciado claro.

18. Tomar solo los frutos más altos.

19. La basura, anuncio inadvertido.

20. Un zafiro azul más grande para la melancolía.

21. Monumentos basura y sifones centrípetos.

22. La escultura griega y el sexo disminuido.

23. El terrón de azúcar y el diablo.

24. El árbol grande y el pequeño, doble llamado.

25. El abrazo y la sabia tectónica.

26. Un gendarme en el parque.

27. Los árboles más grandes son nuestra memoria prehistórica.

28. Un interminable bocado de brócoli.

29. El Quinto Evangelista y el arte de la anticipación.

30. Entra en burro a Jerusalén, todos lo ven.

31. El encuentro en la puerta áurea, pocos lo notan.

32. Sophía me enseña los misterios del οπτικό σύμβολο.

33. Pájaros, rocas y la mano sobre el abedul. ¡Nunc vides!.

34. En espera del maestro que no llega.

35. Una inevitable cita con el diablo.

36. La visita del coleccionista y su despanpanante meretriz.

37. Llamadas de agua y un silencio de fuego.

38. La petite française y las siete naranjas son sólo cinco.

39. Visiones medievales.

40. La mente colectiva se forja su miseria siglo a siglo.

41. La escritura en el cuerpo y los mezquinos.

42. El Tao Te Chin y el círculo del vaso.

43. La última cena en la penúltima noche.

44. Adulterio y reorientación.

45. Doble crucifixión.

46. La ventana azul.

47. Aeternum.

48. ¡Deus Est ergo sum!

49. El escalofriante ascenso por las escalinatas.

50. La gran marcha del retorno es tenebrosa.

51. La antena se levanta.

52. El amanecer de los sentidos.

53. El guerrero pondera su salto mortal.

54. ¿El sueño de la realidad o Sophía?

55. Entre La dos iglesias).

56. El llamado de las campanas.

57. El jardín acosado florece

58. La torrecilla de cristal.

59. La buena familia.

60. Ascenso final.

61. Dos guardianes negros y un cerrojo dorado en el medio.

62. Telequinesis y aceites cromáticos.

63. El despertar de los colores, un legado inacabado.

64. Contra oriente.

65. Anticipo de la nueva tierra y el nuevo sol.

66. De la necesidad de práctica paciente.

67. Mi madre me revela la geometría ondulante de los colores

68. Mi padre me enseña el secreto de la línea recta.

69. Teas y oscuridad en la plaza de la revolución.

70. La Gran Confesión acallada.

71. Viernes Santo y el entierro del hombre que nunca fue.

72. Adiós a la Iglesia.

73. La necrópolis de la aristocracia.

74. La tina y el arte de la templanza.

75. Entierro a mis hermanos.

76. El sol atómico. ¡No puedo detenerlo!

77. La Gran Inundación.

78. Tocando madera hasta el centro de la tierra.

79. Una mirada pugnaz entre los bomberos.

80. El monje japonés es enjuto como una raíz.

81. Contra cinco gendarmes.

82. Golpe certero en medio de la mente.

83. Fascistas e inmigrantes.

84. El buen policía.

85. La tercera guerra.

86. Limpiando la tierra, purificando el aire.

87. Camisa y cinturones, mil nudos en la lengua.

88. Una temporada en la cárcel.

89. El llamado del cocodrilo, el más prolongado de todos.

90. En ángulo sobre la tierra

91. El segundo desplazamiento.

92. Una camioneta por los inframundos.

93. Capas tectónicas de cientos de muertos a lo largo de milenios.

94. El interrogatorio.

95. La celda, el tigre y la prehistoria de los grafitis.

96. La ventanilla del mundo.

97. Una semilla muy, muy antigua.

98. La medicina del umbral.

99. Darme a Luz a mí mismo.

100. Tercer desplazamiento, última inversión.

101. En el ataúd en un carruaje durante una soleada mañana del
siglo XVIII.

102. África del norte reverdecerá.

103. Migraciones invertidas.

104. América me llama.

105. Una casa de campo en Suiza.

106. El patio de los bufones.

107. Mal de familia.

108. La habitación asistida.

109. ¿Ubi latrina est?

110. Ariadna y el directorio.

111. La isla de los mortales llega a su final.

112. La salida equivocada.

113. El último paseo.

114. El álamo temblón y el tiempo recuperado.

115. En la banca sosegada.

116. El abrazo y la fuga.

117. Juego de velocidades, abriendo y cerrando la ventana.

118. Una parada inoportuna.

119. El pequeño Júpiter.

120. Un mercado campesino a la alborada.

121. La manzana con clavos, una lengua nueva.

122. La conversación restaurada.

123. La luna desocultada y el reactor atómico.

124. La cabaña incendiada.

125. La vía Láctea.





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El rayo que destruyó la torre
La Torre destruida por el rayo desplegada en 125 episodios en alaxpacha
LA TORRE DESTRUIDA POR AL RAYO
PENSAMIENTO
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Fragmento del exergo "12 de Octubre". El 12 de octubre nos conocimos, Silvia Rivera Cusicanqui y yo, en medio de la marcha de la flores, nuestro encuentro comenzará a hablar de desencuentro de dos mundos a su reencuentro en el plano de alaxpacha o akáshico.
EXTENSIÓN EXERGO WEB
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De la ceguera a la videncia
"12 de Octubre"
EL LIBRO DEL JARDÍN ACOSADO
-Antihistoria de Gran Marcha-
(INTRODUCCIÓN)


Jardín Acosado es un extenso libro de imágenes que se desenvuelve en forma de un códice compuesto por una trilogía de dispositivos de pensamiento visual: Ergos, Exergos y ánemos.

El Libro del Jardín Acosado a nivel plástico y simbólico explora diversos sistemas de representación desplegados en la línea horizontal de la historia, en contraste con la imposibilidad de representación que supone la inusual irrupción de un acontecimiento cuando trasciende la noción de tiempo y espacio ordinarios, cuando su eje de acción ocurre en el orden de la verticalidad, lo que equivale a decir, la irrupción de un nivel espiritual en un acontecimiento singular. Tal irrupción es la antihistoria entreverada y ocultada en y por la historia (oficial).

De modo particular atiende la historia del retrato y del gesto según cómo los cuerpos toman posición en el espacio y cómo encarnan culturalmente arquetipos universales: El gesto heroico cansado, los gestos de poder e impoder, el gesto del humillado y el vencido, o el gesto místico, la gracia y la levedad, entre otros muchos, y señala en ellos procesos de transcodificación y migración cultural de los arquetipos que singularizan y convierten en acotencimiento.

Igualmente aborda otros aspectos de la condición humana a partir de la postura, el pathos psicológico, códigos del vestuario, atributos y actitudes inscritas en diversos imaginarios y metarelatos o en microacciones insignificantes, que dan cuenta, unas y otras, de las identificaciones que asume el ser humano condicionado por sus contextos culturales y políticos. En síntesis, es un archivo visual de conflictos humanos de poder y de la imposibilidad de resolverlos sólo por medio de las fuerzas y condicionamientos que mueven repetitivamente la gran marcha de la historia en su eterno retorno, y de la posibilidad de lograr una liberación de tales condicionamientos por medio del agenciamiento de acontecimientos e irrupciones singulares de orden espiritual.





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PROYECTOS




01
02
lo EL LIBRO DEL JARDÍN ACOSADO
-Antihistoria de Gran Marcha-

ARQUETIPO Y CONTEXTOS DEL JARDÍN


El Jardín Acosado - Antihistoria de la Gran Marcha- aluden metafóricamente a mitos esenciales de la condición humana: El paraíso perdido; El acoso, el despojo y el deseo; El paraíso reencontrado; El viaje del héroe a lo largo de este periplo; La partida y el regreso.

El flujo del tiempo y el espacio de estas alegorías o mitos arquetipales se enraízan no sólo en lo profundo de la psiquis humana personal y colectiva sino en la historia de las naciones y la civilizaciones.

Para la ciencia la conjunción de estas dos figuras arquetipales; paraíso y héroe, se relaciona con el proceso civilizatorio bajo la teoría de evolución humana según el principio de adaptación y supervivencia del más fuerte y el más inteligente. El paraíso está delante y el progreso es el método del héroe. Los científicos son los héroes salvadores de esta historia y el resto de la humanidad los salvados.

Para las religiones estos arquetipos aluden a la caída del hombre y el advenimiento de personas salvadoras, los héroes o mesías religiosos son héroes morales, en medio de la batalla en un tierra que se debate entre los infiernos y cielos del egoísmo humano y el ejemplo de los justos de corazón. Pero sus fanáticos seguidores han sembrado de sangre la tierra santa que dicen pisar. No es muy distinta esta comprensión del mito para la política y las ideologías en general. La prosperidad material y la justicia social es el debate de sus luchas sangrientas, mientras ni la una ni la otra se realizan a partir de sus metarelatos.

Para la historia, la sociología y la antropología, de la mano de las teorías científicas de la evolución, las sociedades humanas son el producto del conflicto permanente entre ellas mismas y el entorno natural, bajo el empuje civilizatorio de sociedades más avanzadas sobre otras menos desarrolladas según distintos criterios ideológicos.

En el caso de América se la presentó como el paraíso desde las dos orillas del conflicto de civilizaciones. El paraíso reencontrado para los europeos que había que conquistar para darle salida y supervivencia a una civilización en necesidad de expansión, y el paraíso perdido para aquellas civilizaciones vernáculas que se vieron arrasadas por el poderío de los conquistadores. Una historia de héroes civilizadores triunfantes y héroes nativos derrotados y humillados, en medio de mutuas acusaciones de barbarie, generó una honda división social que persiste en los genes compartidos de la estructura social de los pueblos americanos.

En el caso de Colombia, tras su independencia, se consolidó una sociedad profundamente dividida según el viejo orden colonial, cerrada a nuevas migraciones a diferencia de otras naciones latinoamericanas y norteamericanas. El flujo migratorio fue muy escaso en la República a partir del siglo XIX Y XX. El paraíso a conquistar por los descendientes del cruce entre conquistadores, colonizadores posteriores y nativos, la nostalgia y despojo del paraíso perdido para los descendientes directos de los nativos, y la marginalidad de los descendientes de los africanos esclavizados y exiliados, se desenvolvió en medio de una tierra bañada por los conflictos y guerras sin fin producto de estas divisiones, acoses y despojos. El resultado hasta el presente de las herencias del viejo orden colonial y de la república independiente ha sido un paraíso perdido y acosado por la pobreza, la división, la ausencia de oportunidades equitativas y las innumerables guerras frente a la dificultad de cimentar una nueva sociedad multicultural, diversa, próspera, saludable y en buena autoestima. La dimensión heroica se presenta agotada en los distintos bandos tras sus interminables luchas intestinas.

El contexto mundial y globalizado contemporáneo es uno donde el mito del paraíso perdido y el paraíso recuperado se ha traducido en el flujo interminable y cruel de diversas olas migratorios que están reconfigurando la estructura de la mayoría de sociedades. La aldea global de Mcluhan no podrá escapar de convertirse finalmente en un paraíso global o será destruida por el poder creciente de la capacidad destructiva del ser humano, las localidades se ven arrasadas en medio de sus luchas de resistencia por la fuerza de los medios de comunicación que permean toda espacialidad. Mientras se avanza lenta y penosamente hacia esa aldea global colaborativa, el mundo es un infierno plagado de héroes extraviados y ciegos que son mutuamente acusados de terroristas. Frente a tal disyuntiva aparecen, incipientes aún, fuerzas no tanto del motor de la historia o de la simple evolución biológica sino de otro concepto de evolución, el de la mutualidad y la cooperación de los sistemas en medio de la diversidad y las diferencias, tal es del destino espiritual de la raza humana si no quiere ver destruido la promesa de la tierra como paraíso por otra debastación que no deje huella de esta humanidad.

El arquetipo de jardín replantea la idea ingenua de un paraíso dado en un pasado inexorable o uno utópico en un futuro que nunca se allega, el uno la visión religiosa, el otro la visión secular tal como los plantean las ideologías políticas de un extremo al otro, pues jardín es el resultado de la mutualidad colaborativa entre todas las diversidades y diferencias, donde cada singularidad tenga un lugar, un papel en el todo y un destino individuado, en últimas y de modo general, es un evento entre naturaleza y cultura. Es el resultado de una construcción donde arquetipo y arquitectura reencuentran su fondo común arcano.

El jardín a construir al que aluden estos arquetipos no estaría completo y no sería realizable si no se señala el otro polo de la ecuación; el viaje del héroe a bordo de sí mismo, hacia el sí mismo, que no es otro que el Ser de todo. También hay un paraíso perdido, un despojo, una partida y un retorno de y hacia la identidad primera y última en todo ser humano. El penoso abandono de las identificaciones van transformado el viaje del héroe hasta su encuentro cara a cara y a arrastras con el Zigor, que no es otro que él mismo, pero no escindido del Todo. Sólo tras su regreso de tal encuentro es posible la construcción armoniosa del jardín individual y del jardín colectivo, la lucha irresuelta de todas las políticas. La Gran Obra alquímica es individual y es social. Lo segundo no se alcanza sin lo primero en un proceso de retroalimentación constante.

El viaje interior supone una aventura que reconoce en el inconsciente los vestigios de un paraíso perdido, justamente por inconsciente, un lugar donde se hallan los genes de la vida psicológica y de la naturaleza última de la consciencia humana y transhumana. Estos genes son los arquetipos mismos, las claves que abren o cierran los potenciales latentes del ser humano con los cuales regular su vida individual y social, y hallar progresivamente la revelación, momento a momento, del sentido teleológico de la Gran Marcha, que es el proceso mismo de la Gran Obra, en la medida que se va desenvolviendo.

Hay una partida de la vida hacia la muerte que no queremos contemplar, un sin sentido para la razón. No obstante semejante destino hay un retorno hacia la coherencia de la juventud como aventura de conocimiento y apertura mental, y una partida hacia la madurez de la adultez como práctica concentrada y transformativa. En esa búsqueda de identidad se debate el héroe interior, su Gran Marcha, casi nunca aparejada con la de la historia, es la de la individuación: la condición y estado de no-división. La mutualidad colaborativa que permite tal evolución se da en este caso entre consciente e inconsciente, y en medio de los dos surge un nuevo centro de identidad que ha dejado progresivamente o de forma súbita, en casos excepcionales, la egoicidad separativad para vivenciar la unidad de consciencia, ya no está la persona unilateral escindida del sí mismo, en su centro convergen ahora el inconsciente personal y el colectivo, la voz del Todo, la voz del espíritu de la profundidad que frente al acoso del espíritu del tiempo, de este tiempo, se pronuncia a su oído atento y receptivo.

Tal estado es en últimas el jardín Interior, un estado de consciencia cimentado en la piedra de la conciencia de unidad, la cual permite comprender y practicar la mutualidad y la colaboración para el bien del todo y del individuo. Semejante estado alcanzado durante el viaje del héroe en el peregrinaje como un mendigo despojándose progresivamente de identificaciones, unas tras otras, es el fundamento del amor a secas sin matices de egoicidad. Desde esta condición puede entonces retornar a la sociedad de donde partió y contra la cual luchó, para dedicarse desde la singularidad de sus talentos individuales a la construcción colaborativa del jardín social. Esta es la perspectiva espiritual de la Gran Marcha del Retorno, la antihistoria, tras tan largo éxodo del vientre de la vida, el jardín mismo que lo parió y al cual está destinado a cultivar, florecer y dar buen fruto, un fruto que no perece.